top of page

Perdido

Actualizado: 13 may 2024


Algo distraído caminaba por el parque, cerca de la casa. Estaba perdido, sin rumbo. La mañana ardía, el sol de verano hacía escasas las sombras en la calle. Los gastados colectivos pasaban haciendo el ruido típico de motores antiguos y oxidados. Las bolsas de basura en las esquinas reflejaban una sociedad tardía, un gobierno lerdo y una conformidad inquietante.

Un anciano se acercó a las bolsas de basura a un lado de la pista, con un viejo costal en los hombros. Desaceleré el paso de mi caminata sin rumbo. El señor tomó unas botellas plásticas, unas cajas de cartón y dos latas de leche vacías. Su rostro estaba manchado de grasa o suciedad, sus manos toscas temblaban ligeramente. Unas gotas de sudor resbalaron por su rostro mientras se agachaba  a rebuscar en la otra bolsa de desechos. Me detuve. El señor me miró brevemente y siguió buscando. Al otro lado de la calle había una pequeña bodega, así que caminé con más sentido hacia la tienda. Compré una botella de agua, un tarro de leche y unos panes. Cuando compraba, se acercó un señor extravagante y ebrio, con un perfume potente, una camisa de colores bien planchada y una cadena de oro en el cuello. Pidió dos botellas de ron y una cajetilla de cigarros. Lo saludé con un buenos días y respondió amablemente, con la lengua enredada. La señora me alcanzó mi pedido y caminé hacia el anciano. Él estaba sentado en la vereda con su costal casi vacío, y con la cabeza gacha, parecía decaído. Me acerqué pensando en lo cansado que podría estar aún empezando el día. Probablemente haya pasado la madrugada perdido en las calles buscando algo de comer. Cuando me acerqué parecía que estaba leyendo algo. Le pregunté si podía sentarme a su costado. Asintió sin ánimo y me senté. Le dije que era la primera vez que lo veía por la zona y me dijo que estaba algo confundido y lejos de los barrios donde suele estar. Le pregunté si quería agua, pan y leche. Me miró con ojos tristes y me agradeció. Me preguntó si yo también quería alimentarme. Le dije que no era necesario, que hacía poco había tomado desayuno. Me miró profundamente, y con una mirada compasiva me dijo: alimentarte de verdad, de la verdad, de la Palabra. Y pude ver que en sus manos toscas y sucias sostenía una biblia. Entonces entendí que era yo quien estaba perdido.




Commentaires


No tenemos productos para mostrar en este momento.

No tenemos productos para mostrar en este momento.

No tenemos productos para mostrar en este momento.

No tenemos productos para mostrar en este momento.

No tenemos productos para mostrar en este momento.

No tenemos productos para mostrar en este momento.

No tenemos productos para mostrar en este momento.

No tenemos productos para mostrar en este momento.

No tenemos productos para mostrar en este momento.

No tenemos productos para mostrar en este momento.

No tenemos productos para mostrar en este momento.

No tenemos productos para mostrar en este momento.

  • Instagram
  • Facebook
  • TikTok
bottom of page